Sólo sé que no sé nada

La realidad de la formación a adiestradores en nuestro país

Desde hace tiempo me inquieta sobremanera el uso que se está dando a la palabra “adiestrador”, término éste con connotaciones y atribuciones que no siempre corresponden con la realidad sobretodo cuando se le añade la coletilla “profesional”. Con este artículo no pretendo sentar cátedra al respecto y ni mucho menos pretender parecer una autoridad que estoy lejos de ser. Sencillamente es mi opinión en cuanto a la evolución de la profesión que practico, que promociono y sobretodo que respeto.
Tradicionalmente los adiestradores “se formaban a sí mismos”, si me permitís la expresión. Todo empezaba al adquirir un perro. Ya sea porque el perro licitaba ciertas conductas anómalas o sencillamente porque a su propietario (a partir de ahora le llamaremos Ramón) le llamaba la atención eso de enseñarle “truquillos” a su compañero, terminaba acudiendo a un centro de adiestramiento en el cual en gran parte de los casos le incorporaban a un grupo de obediencia básica. Desde ahí tenía la oportunidad de tomar contacto con la conducta canina por primera vez de una forma reglada. Según la capacitación de su instructor podía adquirir más o menos conocimientos, pero el caso es que en este momento descubría si todo lo que rodea al adiestramiento significaba para él solamente algo con lo que resolver determinados conflictos con su perro o, por el contrario, descubría un campo en el que le apetecía saber más.
En el segundo supuesto y siempre bajo la autorización de su instructor, Ramón tenía la oportunidad de avanzar a un grupo de trabajo más avanzado, posiblemente de alguno de los deportes clásicos (IPO, mondioring, agility, etc.) o sencillamente a una obediencia más compleja fuera de cualquier reglamento programado. El tema es que Ramón seguía aprendiendo. Antes de llegar a este punto había pasado meses en el grupo de obediencia básica y ahora se le abrían una cantidad de puertas increíbles, tales como entrenar codo con codo con guías de más o menos reconocido prestigio, salir a entrenar a otros grupos de trabajo, competir, etc.
Después de más de tres años en el grupo de trabajo “avanzado”, resulta que Ramón estuvo colaborando con su instructor en el grupo de obediencia básica en el que vió muchos casos diferentes: perros agresivos, miedosos, grandes pequeños… de todos los tipos y colores. Compartió entrenos y conocimientos con personas que llevaban toda la vida trabajando con perros lo que le proporcionó una perspectiva del perro bastante clara. Asistió a los pocos seminarios de adiestradores relevantes a nivel mundial que había entonces que le permitieron matizar cosas que quizás en su cabeza no estaban tan claras.
En este momento, con gran temor y después de haberlo consultado con su instructor, Ramón decide hacerse “adiestrador profesional”.
¿Realmente podríamos afirmar que ésta es una estructura correcta para construir un adiestrador?
La principal carencia salta a la vista de forma clara. Aunque Ramón tiene unos conocimientos prácticos tremendos carece de una formación teórica ordenada. Tanto es así que muchos adiestradores que siguieron una evolución similar a la de Ramón eran incapaces de definir con precisión el concepto de “refuerzo”… aunque seguramente con un perro al otro lado de la correa la técnica fuera impecable.
¿Y hoy en día?
Por suerte existe una gran cantidad de cursos de más o menos nivel que nos permite llegar a todos aquellos conceptos de los cuales Ramón carecía. Además con la inclusión de los diferentes temarios en el Instituto de Cualificaciones (INCUAL) casi hay un atisbo de formación reglada a diferencia de lo que ocurría en el pasado. Por fin disponemos de cursos que acreditan a los auténticos ADIESTRADORES PROFESIONALES.
O al menos así seria si viviéramos en un mundo ideal…
Analicemos un posible caso de lo que nos ocupa en este artículo en la actualidad. En esta ocasión nuestro alumno se llamará Manolo.
A Manolo le gustan mucho los perros, eso no hay nadie que lo dude. Se bebe todos los artículos y vídeos que aparecen en las redes sociales, comenta en foros, incluso puede que le haya echado una mano a algún vecino con algún problemilla pequeño con su perro. Tanto es así, que un día le llega un anuncio de un curso de adiestrador profesional a su email de acuerdo al temario del INCUAL y decide hacerlo sin pensárselo mucho.
Manolo enseguida queda fascinado por el curso. Descubre términos y conceptos que le eran totalmente desconocidos para él y no sólo eso, si no que además demuestra tener muy buena capacidad para retenerlos. Realiza prácticas con los perros del centro y al poco tiempo descubre que ha tenido mucha suerte con el curso que ha elegido… el director del curso es un ponente de reconocido prestigio, que unido a un plantel de profesores del más alto nivel hace de su curso algo único.
Pasados unos meses Manolo termina el curso. Es poco menos que una enciclopedia canina andante. En las últimas semanas del curso incluso se atrevía a rebatir algunos diagnósticos a los profesores auxiliares del curso, dejándolos sin argumentos. Todo esto unido a que su vida laboral es un tanto inestable, le hace animarse a dedicarse a las pocas semanas al adiestramiento profesionalmente.
Como habéis podido observar el camino “normal” que sigue una persona para convertirse en adiestrador ha cambiado radicalmente. Ahora sí existe una formación más estructurada, con grandes conocimientos teóricos. Pero hay un detalle que debemos tener muy en cuenta: Ni siquiera hemos mencionado si Manolo tenía o no tenía perro porque en la formación actual eso carece de importancia.
¿Realmente alguien puede ser un buen adiestrador sin conocer a fondo lo que es tener un perro? ¿Sin haber empatizado con multitud de propietarios de perros problemáticos? ¿Se puede adiestrar en obediencia básica sin haber recibido tú antes ese servicio en primera persona? ¿Te puedes llamar Adiestrador sin haber recibido los conocimientos teóricos necesarios? ¿Blanco o negro? ¿Norte o sur?
Creedme si os digo que para mí estas son preguntas sinceras a las que creo que la respuesta está en el refranero español: “En el medio está la virtud”.
Desde mi punto de vista (repito una vez más, este artículo sólo es una opinión personal) creo que el candidato a adiestrador tiene en la actualidad una cantidad increíble de información y cursos a su disposición, algo que hace escasos 10 años era algo impensable. Esa información debe aprovecharla… pero con cabeza.
Es posible que alguien que esté pensando formarse como adiestrador lea este artículo. Es posible también que a pesar de captar la esencia que intento transmitir no sepa que hacer a partir de ahora. Para esos lectores va el esquema que a continuación detallo en la que considero que están todos los puntos que para mí son importantes en la formación de un futuro adiestrador.
  1. Ten un perro. Experimenta con él, conócelo, pregunta a profesionales si tienes dudas. Adquirirás unos conocimientos elementales que debes tener… y es ese primer perro el que cimentará tu formación futura.
  2. Apúntate a un curso de adiestramiento, pero antes comprueba quien lo imparte. Sería genial si pudieras tomar contacto con antiguos alumnos y oír su opinión. Piensa que este curso será el centro de tu formación. Tu futuro depende en buena parte de él.
  3. Una vez terminado el curso aprovecha los conocimientos adquiridos para crecer como alumno. Coge experiencia. Quizás sea una buena ayuda que te ofrezcas a algún adiestrador que conozcas como ayudante o que colabores con una protectora en este sentido. Apuntarse a un club del deporte canino que tú elijas puede ser muy interesante. Quieres adiestrar perros de compañía, pero es en la competición donde encontrarás tus límites y siempre es bueno saber exactamente donde están.
  4. Paralelamente sigue formándote. La oferta de cursos pequeños en la actualidad es tremenda, aprovéchala para completar lo que ya sabes. Siempre sé humilde con respecto a tus conocimientos. Es posible que haya momentos en los que pienses que ya lo sabes todo… pero créeme, sólo estás empezando.
  5. Cuando dejes de pensar como actuar y empieces a sentir como un perro, posiblemente estés listo para ofrecerte como profesional. Si aún no tienes claro que ha llegado este momento, significa sencillamente que aún no ha llegado.
Mucha suerte en el camino. Disfrútalo… es largo. Y sobretodo repítete siempre “sólo sé que no sé nada”.
Créeme, es la clave del éxito.